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Evite imitaciones y plagios que proyectan falta de creatividad; nadie más le ha hablado ni le hablará de la entrepierna como nosotros lo hacemos. Somos los pioneros en este concepto, no se separe, no deje de estar entrepiernado con nosotros. Es un gusto...



Su editora desde 2009, Yuriria Rodríguez Castro.



miércoles, 2 de septiembre de 2009

Crónica de un deseo contagioso

Cuando fue vista por primera vez en aquella clase, no era tan guapa, ni demasido bonita, pero su inteligencia la proveía de un toque sexual respirable y denso. En el momento en que ella la vio, le recordó todas las veces que ha visto mujeres que al primer encuentro se quedaron en su pensamiento y oscilando en su sexo como algo perturbador.
La primera estaba al centro de un salón que antes era sala, toda de negro, con su cabello largo y castaño, hablando con un hombre arrodillado; de inmediato se la imaginó desnuda, pero mas bien parecía un recuerdo: sin ropa, con sus grandes senos rosados y besándole el sexo hasta el gemido final. Pero no terminó de recordar, todo era real. Ella estaba mojada mientras la veía.
Ahora, viendo a la maestra, quien mientras da la clase cruza las piernas dejando ver una sombra aguda que invita a traspasar la oscuridad; la alumna suda y se pone ansiosa. La desea, con eso de frustrante que tiene el deseo, de avasallador y evasivo.
En el encuentro en la cafetería, ambas trataban de concentrarse en el estudio, pero en un momento, la mano de la maestra parecía que iba a tocar el brazo desnudo de la estudiante, pero se detuvo a un par de centímetros de distancia con el brazo desnudo de su discípula y fue mejor que el contacto, se hizo un silencio, su piel se estremeció, la maestra retrocedió para no dejarse llevar por un deseo ajeno que podría compartir.

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