Hace años que no la veo. Recuerdo que alguna vez la besé; pero el recuerdo es tan remoto que cada vez estoy menos segura de haberlo hecho.
Pero ella me gustaba, sí ya me acuerdo bien, yo quería acostarme con ella, y en dos o más ocasiones estuvimos a punto de hacerlo, pero al momento que tocaba sus senos y la besaba, ella se separó, excitada y rechazando su propia excitación. Esa mañana era verde como la marihuana y ese encuentro era como una alucinación que se disipaba en la sobriedad.
Ahora la extraño, no he podido verla ni en su cumpleaños, ni en Navidad o Año Nuevo como antes nos veíamos. Miro el teléfono y la veo dormir, desfallecida por el cansancio de su sensualidad.
Yuriria Rodríguez Castro (Derechos de Autor)
Se quedaba en el límite de la emoción, encantadoramente reclinada sobre el sofá, dormida mientras sostenía en una de sus manos el auricular del teléfono. Hermosa y naturalmente perturbada como Marilin Monroe.
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